A Julia de su madre.

Aún recuerdo los primeros segundos de vida de mi niña. tras un largo parto la matrona colocó a Julia sobre mi pecho, contacto piel con piel todo el tiempo que deseamos y fue posible. Recuerdo la sensación, el cosquilleo, la enorme felicidad. Solo quería olerla, tocarla, besarla.
Llegamos a casa y a pesar de ser pediatra empezaron las dudas, todos opinan en temas de crianza: los brazos, el sueño y la comida, despiertan pasiones y todos hasta los que no tienen hijos tienen verdades absolutas. Nunca olvides que tu eres la mejor madre del mundo, escucha tu instinto, es el libro más sabio que ha permitido que perdure la especie humana.
Para mi, una de las experiencias más íntimas con Julia, han sido la lactancia materna y el porteo intensivo tanto dentro como fuera de casa. La lactancia materna exclusiva, al principio es dura pero a la larga es muy gratificante. El porteo es la mejor experiencia que he vivido y recomiendo a todo el mundo, aún seguimos y seguiremos hasta que deseemos. Ha sido de gran ayuda en momentos tan difíciles como la alergia a las proteínas de la leche de vaca, era lo único que le quitaba el dolor, no sé que hubiese sido de nosotros en esos meses tan duros que Julia prácticamente lo único que hacía era llorar, en la Caboo, se calmaba, se dormía. En esos meses Julia no crecía ni engordaba y mamá se preocupaba al mirar las tablas de peso y talla, al haberse estancado y no crecer. Ahí mamá entendió que era mamá, no pediatra y que para Julia «mi mamá ya no es pediatra».
Julia poco a poco fue creciendo, siempre ha sido una niña muy viva, curiosa, activa, risueña. Llegó el momento de incorporarse al trabajo, de las carreras, del sacaleches a todas horas. De separarnos durante horas, me pasaba el día pensando en mi niña, en como estaría, en como se sentiría sin mamá. A los seis meses empezamos a ofrecer otro tipo de alimentos diferentes a la leche, con textura y en trocitos, ahora con 15 meses come de todo, ella solita sin ningún tipo de problema.
Se reía con tres meses, se sentaba con seis, gateaba con 7, anduvo con 11 y poco a poco iban desapareciendo más cosas de casa, quería alcanzar todo, curiosear, meter los dedos en los enchufes. Nosotros teníamos muy claro que los niños tienen que caerse, que lo mejor era adaptar la casa a sus necesidades pero que había que asumir los golpes. más de una vez hemos sacado la bolsa de guisantes del congelador.
Aún con 15 meses, no duerme la noche de un tirón, ha sido duro las noches en vela, había momentos de lágrimas en silencio a altas horas de la noche, llenas de cansancio y de impotencia pero hemos mejorado enormemente, ya hay noches que no se despierta y recuerdo aquellos días en las que la abrazaba y besaba en silencio deseando que llegaran noches mejores, ahora que han llegado las recuerdo con ternura.
Todo pasa, todo llega, crecen y se hacen mayores. No cambiaría mi niña ni un solo segundo de tu existencia, Me has hecho ser mucho más humana como persona y como pediatra. He aprendido más en el último año que en todos los años de trabajo. Me has enseñado a ser PACIENTE, a tener la capacidad de ESCUCHAR con las entrañas, de QUERER sin condiciones.
Un año increíble, un año duro, un año ÚNICO, un año lleno de CRIANZA.
Te quiero, mucho Julia.
Mª Angustias Salmerón Ruiz pediatra del Hospital Ruber internacional y de la Unidad de Medicina del adolescente del Hospital Universitario La Paz.