Cuando me quedé embarazada, aún sonrío al recordar lo que sentí el día que me enteré, no podía imaginar lo que suponía tener una vida en tus manos dependiente de los padres, es decir, de mí para todo. No quise leer mucho durante el embarazo, prefería sentir y que al llegar Julia fuera un reto cada día.

Pero al final, para mí fue inevitable tener que buscar información, había cosas a las que no sabía dar respuesta y mi mente científica y pediatra me obligaba a buscar y buscar hasta encontrar respuestas. He utilizado las más diversas fuentes bibliográficas: desde grandes tratados pediátricos, libros de puericultura, publicaciones científicas, pasando por búsquedas en Google y foros de madres desesperadas. «Crear» y criar a un hijo es un gran reto, para mi ha sido la tarea más compleja que jamás hice pero quizás la más gratificante. Y es que hay algo de lo que no se habla y nunca te dicen, para criar a un hijo y más cuando no es un bebé fácil: no vas a encontrar respuestas a la mayoría de las preguntas, tendrás que aprender a saber convivir con la incertidumbre y dejar las certezas para otras tareas. Creer en ti y en tu familia y sonreír ante las mil críticas que recibirás hagas lo que hagas.

En la actualidad, hay algo que me duele en lo más profundo del alma, y de las «entrañas» como dirían por mis tierras andaluzas, y es la obligatoriedad de ponerles adjetivos a la crianza. No entiendo por qué hay que ponerse apellidos y por qué una madre tiene que sentirse juzgada haga lo que haga. Pues miren señores, la crianza de mi hija no tiene adjetivos, es simplemente la crianza ÚNICA, llena de respeto y amor, llena de miedos, de dudas, de incertidumbres, llena de CRIANZA…

He dado lactancia materna exclusiva y mixta, ahora andamos con el destete porque las dos lo hemos decidido así, ella casi no pide pecho pero cuando lo pide se lo doy. Soy de las que han colechado porque ha sido cómodo para mí, pero desde hace varios meses Julia duerme en su habitación. Soy de las que han dormido a su hija en el pecho y ahora se duerme solita por la noche y no la he dejado llorar para que «aprenda», porque no me ha dado la gana… Le he dado trocitos desde los seis meses y ahora que tiene 10 come casi solita, con trocitos en la merienda; pero en la toma del mediodía le damos puré poco triturado porque nos es más cómodo. Porteamos, usamos el carrito y cojo a mi niña en brazos y la beso todo lo que me apetece porque me encanta. Pero sin duda lo que más he tenido que hacer es adaptarme a sus necesidades y gustos.

Si me tengo que «clasificar» en algún tipo de crianza sería en la defensora de la crianza ÚNICA, respetando los tiempos del bebé y de la MADRE. Cuando llega alguien a mi consulta para hablar de crianza, primero escucho y, si no me quedan claros los deseos de esa madre, pregunto e intento explicarle lo que científicamente está demostrado y las normas básicas de seguridad, pero jamás juzgaré. Para mí es tan válida una familia que da el pecho como una que da el biberón (aunque siempre recomiendo la lactancia, si una mamá ha tomado una decisión no voy a «convencerla», voy a apoyarla y a mimarla), practique el colecho o de purés o no… intento dar alternativas y explicar las posibles dificultades.

Bastante tenemos con la difícil tarea que hemos elegido. ¿Por qué no nos ayudamos? ¿Por qué no nos mimamos? ¿Por qué no dejamos de juzgarnos?

Hay grupos de crianza con apego, me encantan pero creo que hay muchos temas de los que no se habla. Ojalá algún día hablemos de CRIANZA, simplemente CRIANZA ÚNICA.